"Este libro, contiene 366 ensayos para cada día del año... adopta sus gentiles lecciones, animate a vivir su verdad apasionada, y comparte este regalo extraordinario con cada persona que encuentres: tu Ser Autentico es tu alma hecha visible". Mi propuesta es sencilla, compartir los ensayos de "El Encanto de la Vida Simple" de Sarah Ban Breathnach, junto con mis propias reflexiones. A quienes quieran compartir mi viaje, bienvenidos! Simple Abundancia...

martes, 8 de marzo de 2011

Zambullirnos de cabeza




No nacemos como una mujer,

nos convertimos en una mujer.

Simone de Beauvoir



Hoy se celebra en el mundo entero, el Centenario del Día Internacional de la Mujer. Pareciera que viejas fotos en blanco y negro de mujeres que un siglo atrás lucharon por la igualdad de derechos para hombres y mujeres, nada tienen que ver con nosotras, hoy. Investigando sobre cómo se conmemora este día en el mundo, me sorprende que se le de tan poca importancia. Quizás, ya nos acostumbramos a poder hacer todas aquellas actividades por las que nuestras antecesoras lucharon tanto. Trabajar, votar, abrir una cuenta en el banco, ser dueñas de nuestras propias cosas. Hasta hace muy poco tiempo en la historia, las mujeres eramos consideradas un apéndice de nuestros hombres, primero de nuestros padres, y luego de nuestros maridos. Costó muchísimo salir de ese patrón. Y a pesar de todo el camino recorrido, creo que aún no hemos ganado la guerra. Que mientras que haya guerra, nadie gana.

Las mujeres conquistamos espacios, eso es cierto. También es cierto que toda guerra sufre bajas. Y en la guerra entre los sexos, las mujeres hemos sufrido a veces la baja de nosotras mismas. Es más, nos hemos dado de baja. Como dice Madonna Kolbenschlag en Adiós bella Durmiente de niñas hemos admirado tanto a nuestros padres todo poderosos, que al crecer quisimos imitarlos. Salir al mundo. No quedarnos en casa como nuestras "indefensas" madres (en la mayoría de los casos, la generación de mujeres que tuvo hijos en la década del 60 y 70 no trabajaba fuera del hogar). Poder equivalía a salir de casa. Ser mujer (ama de casa, madre) perdió valor ante nuestros ojos.


Estudiamos en la Universidad. Ingresamos (supuestamente) al mercado laboral. Pero no lo hicimos de verdad. No lo hicimos como mujeres, sino como hombres. Adoptamos una visión masculina del mundo. Trabajamos jornadas que no dejaban tiempo para cuidar nuestras almas. No nos animamos a expresar nuestra incomodidad por dejar de ser quienes eramos.


Al convertirnos en madres, muchas veces las imágenes internas de qué es ser mujer colapsan. Comienzan las "guerras de madres" entre las que deciden quedarse en casa a cuidar de sus hijos pequeños (archivando títulos y honores en un cajón o colgados de una pared, para recordarnos que fuimos "otra" antes de ser "esta") y las que se convierten en malabaristas que intentan sostener su trabajo y su familia. En mi propia vida, he interpretado ambos papeles. El tironeo es fuerte. Y nadie gana.


Creo que el mundo necesita que hoy, que de "casualidad" en Argentina se vuelve a festejar carnaval, nos saquemos las máscaras. Es momento de recuperar nuestra propia identidad. Nuestro ser Mujer. Con lo que quiera decir para cada una de nosotras. Sin juzgarnos, ni juzgar. Es momento que hombres y mujeres nos sentemos a dialogar sobre cómo sigue esta historia. Dejando los carteles en la puerta, recuperemos nuestras voces. Expresemos nuestros deseos y necesidades.


El mundo necesita que las mujeres recuperemos nuestro lugar. Dentro y fuera de casa. Nuestros hijos e hijas nos necesitan enteras, tanto como necesitan a padres y madres a cargo de su crianza. Nosotras, nos anhelamos enteras. Transformarnos en mujeres requiere tiempo. "Tiempo para meditar, tiempo para reflexionar, tiempo para efectuar elecciones creativas, tiempo para salir del nido, tiempo para limpiar nuestros armarios, y tiempo para eliminar telarañas psíquicas a fin de llegar a nuestras esencias." (Ban Breathanch)



La invitación hoy, pues, es a zambullirnos de cabeza en las aguas de nuestros propios sueños, para ir cumpliéndolos brazada a brazada. Feliz Día!


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