"Este libro, contiene 366 ensayos para cada día del año... adopta sus gentiles lecciones, animate a vivir su verdad apasionada, y comparte este regalo extraordinario con cada persona que encuentres: tu Ser Autentico es tu alma hecha visible". Mi propuesta es sencilla, compartir los ensayos de "El Encanto de la Vida Simple" de Sarah Ban Breathnach, junto con mis propias reflexiones. A quienes quieran compartir mi viaje, bienvenidos! Simple Abundancia...

martes, 22 de marzo de 2011

Llego oficialmente el Otoño


"El mes de la cosecha...

El verano ha concluido

y ha llegado el otoño"

Cynthia Wickham



Ayer, 21 de marzo, empezó el otoño. No parece... Hace calor. Un calor agobiante, que nos hace perder la noción de que estamos ante una nueva estación. Un cambio. Una renovación.


En otoño, los árboles se desprenden de las hojas que los acompañaron durante la primavera y el verano. Hojas que eran indispensables para guardarse del calor. Y para beberse toda la energía posible para guardar alimento en los meses de frío. Si observamos atentamente a la Naturaleza, Ella, como siempre, nos da una lección básica de vida: ha llegado el momento de comenzar, lentamente, a pensar en despojarnos de lo que ya no nos sirve. Aquellos pensamientos, sentimientos e incluso objetos que ya no nos representan. O no queremos que nos sigan representando...dejemos caer fuera de nuestro campo de energía, personas, actividades y actitudes que no nos ayudan a crecer. Peor aún, entorpecen nuestro camino. Los árboles sueltan las hojas caducas, confiando que después volverán a desarrollar nuevo follaje, con la savia que elaborarán hasta la primavera.


La Naturaleza marca sus ritmos. Que deberían ser los nuestros. El verano tardío, con días aún soleados y calurosos y tardes que son un preámbulo fresco de lo que vendrá, es un momento ideal para pausar nuestras actividades. Mirar que hemos colocado en nuestra agenda para abril, y decidir si es "viejo" o "nuevo". Lo elijo, así con los ojos y el corazón abiertos de par en par? Otoño es también (o debería serlo) una época de descanso, de introspección. En nuestro hemisferio Sur, como comienza la actividad anual (colegios, cursos, Universidad) a veces se desdibuja esta oportunidad de serenarnos. De mirar nuestro propio follaje. De detener nuestra marcha para maravillarnos ante el fuego que se ilumina en cada arbol que cruzamos.


Verde, violeta, rojo, naranja... la paleta mágica que nos invita a detenernos. Y a saltar sobre esa pila de hojas secas! Sólo los viajeros despiertos descubren lo sagrado en la sencillez alrededor. El Otoño, para mí, es Sagrado. Tengo la dicha de vivir rodeada de fresnos, gingkos biloba, robles... y de tener 4 hijos aún pequeños que me sirven de excusa para disfrutar de una caminata juntando las primeras hojas que caen... mientras me pregunto a mi misma: Qué he cosechado en estos primeros meses del año? De qué me quiero despojar este otoño? Qué va a brotar en Primavera? Me estoy cuidando lo suficiente?


Feliz Otoño!!!


martes, 8 de marzo de 2011

Zambullirnos de cabeza




No nacemos como una mujer,

nos convertimos en una mujer.

Simone de Beauvoir



Hoy se celebra en el mundo entero, el Centenario del Día Internacional de la Mujer. Pareciera que viejas fotos en blanco y negro de mujeres que un siglo atrás lucharon por la igualdad de derechos para hombres y mujeres, nada tienen que ver con nosotras, hoy. Investigando sobre cómo se conmemora este día en el mundo, me sorprende que se le de tan poca importancia. Quizás, ya nos acostumbramos a poder hacer todas aquellas actividades por las que nuestras antecesoras lucharon tanto. Trabajar, votar, abrir una cuenta en el banco, ser dueñas de nuestras propias cosas. Hasta hace muy poco tiempo en la historia, las mujeres eramos consideradas un apéndice de nuestros hombres, primero de nuestros padres, y luego de nuestros maridos. Costó muchísimo salir de ese patrón. Y a pesar de todo el camino recorrido, creo que aún no hemos ganado la guerra. Que mientras que haya guerra, nadie gana.

Las mujeres conquistamos espacios, eso es cierto. También es cierto que toda guerra sufre bajas. Y en la guerra entre los sexos, las mujeres hemos sufrido a veces la baja de nosotras mismas. Es más, nos hemos dado de baja. Como dice Madonna Kolbenschlag en Adiós bella Durmiente de niñas hemos admirado tanto a nuestros padres todo poderosos, que al crecer quisimos imitarlos. Salir al mundo. No quedarnos en casa como nuestras "indefensas" madres (en la mayoría de los casos, la generación de mujeres que tuvo hijos en la década del 60 y 70 no trabajaba fuera del hogar). Poder equivalía a salir de casa. Ser mujer (ama de casa, madre) perdió valor ante nuestros ojos.


Estudiamos en la Universidad. Ingresamos (supuestamente) al mercado laboral. Pero no lo hicimos de verdad. No lo hicimos como mujeres, sino como hombres. Adoptamos una visión masculina del mundo. Trabajamos jornadas que no dejaban tiempo para cuidar nuestras almas. No nos animamos a expresar nuestra incomodidad por dejar de ser quienes eramos.


Al convertirnos en madres, muchas veces las imágenes internas de qué es ser mujer colapsan. Comienzan las "guerras de madres" entre las que deciden quedarse en casa a cuidar de sus hijos pequeños (archivando títulos y honores en un cajón o colgados de una pared, para recordarnos que fuimos "otra" antes de ser "esta") y las que se convierten en malabaristas que intentan sostener su trabajo y su familia. En mi propia vida, he interpretado ambos papeles. El tironeo es fuerte. Y nadie gana.


Creo que el mundo necesita que hoy, que de "casualidad" en Argentina se vuelve a festejar carnaval, nos saquemos las máscaras. Es momento de recuperar nuestra propia identidad. Nuestro ser Mujer. Con lo que quiera decir para cada una de nosotras. Sin juzgarnos, ni juzgar. Es momento que hombres y mujeres nos sentemos a dialogar sobre cómo sigue esta historia. Dejando los carteles en la puerta, recuperemos nuestras voces. Expresemos nuestros deseos y necesidades.


El mundo necesita que las mujeres recuperemos nuestro lugar. Dentro y fuera de casa. Nuestros hijos e hijas nos necesitan enteras, tanto como necesitan a padres y madres a cargo de su crianza. Nosotras, nos anhelamos enteras. Transformarnos en mujeres requiere tiempo. "Tiempo para meditar, tiempo para reflexionar, tiempo para efectuar elecciones creativas, tiempo para salir del nido, tiempo para limpiar nuestros armarios, y tiempo para eliminar telarañas psíquicas a fin de llegar a nuestras esencias." (Ban Breathanch)



La invitación hoy, pues, es a zambullirnos de cabeza en las aguas de nuestros propios sueños, para ir cumpliéndolos brazada a brazada. Feliz Día!


sábado, 5 de marzo de 2011

El baúl de la Esperanza



La "esperanza" es esa cosa alada....

que se posa dentro del alma...

Emily Dickinson


Tradicionalmente, las novias recibían un regalo de sus padres, al cumplir los 16 años: un baúl para el ajuar. Con o sin novio a la vista, la futura novia iba guardando allí sus "tesoros". Sábanas, colchas, manteles, juegos de platos, y sueños. Sueños de cómo iba a ser su vida una vez casadas. Madre e hija tejían juntas la ilusión de que fuera un buen matrimonio. Juntas esperaban que los objetos guardados con tanta ilusión acompañaran a la nueva pareja cuando emprendieran la aventura de formar su propia familia, comenzaran su propio camino...


La madre sabía por experiencia propia, que una copa de cristal no aseguraba un futuro libre de problemas. Que una colcha, por más amor que ella misma hubiera puesto en unir cada retazo de tela, no cubriría de seguridad a su hija una vez que dejara el hogar. Que los manteles cuidadosamente bordados, cubrirían la mesa aún en momentos difíciles. Que la vajilla elegida con tanto esmero, podía romperse tan fácilmente como la ilusión de esa chiquita que soltaba al mundo. Y sin embargo, daba puntada tras puntada, con la única seguridad de su propia esperanza. Esperanza de que, sucediera lo que sucediera, su hija iba a estar rodeada de amor. De su amor. De sueños... y que si ese sueño no se cumplía, tenía fe en que otros lo reemplazarían.


La hija, contemplaba sus tesoros soñando con su Príncipe Azul. Ese ser que le prometía ser felices para siempre. Ya casada, ese baúl iba a guardar el ajuar de sus propios hijos. Y la tradición se cumpliría, cuando ella misma, madre y adulta, ayudara a su propia hija a llenar de sueños ese mismo baúl, que la acompañaría cuando echara a volar por su cuenta...


Yo prepare mi ajuar por años. Sin conocer esta tradición (quizas intuyéndola), mi hermana me regaló al casarme el baúl donde por años guardé mis más preciados tesoros. Durante un viaje antes de casarme con ella y mi madre, fui llenandolo de objetos que considerabamos indispensables para mi futura felicidad adulta. Como recién casados, en un departamento pequeño, fue nuestra mesa en el living. Como futuros padres en un país extranjero, guardó camisitas de hilo que Mama me enviaba desde casa, que me parecían increíblemente chiquitas... Con los años, guardó recuerdos de hitos de nuestra vida familiar: la ropa que usaron mis hijos al salir del sanatorio camino a casa; la manta que los cubría; fotos; un mechón de su pelo. Guardó también mis inseparables compañeros de ruta, mis libros. Y después, mis telas, que se iban a convertir en mi arte. Hoy, ocupa su lugar en nuestro living, lleno de fotografías de nuestra vida familiar. Es, sin duda, mi baúl de la esperanza. Lo llené soñando en mi vida futura, y hoy me doy cuenta que me acompaño mientras cumplía algunos de mis sueños: casarme, ser madre, trabajar, aprender, crecer...


Un baúl de ajuar guarda objetos que no serán usados inmediatamente. Acompaña nuestras esperanzas que nuestros sueños se van a cumplir. Y cuando se cumplan nuestros deseos, esos objetos atesorados (quizas por años o décadas), nos van a permitir vivirlos con la emoción que acompaña a los momentos esperados. "No todos nuestros deseos pueden hallar satisfacción al instante. Hay que aprender a esperar pacientemente para que nuestros sueños se hagan realidad, sobre todo en el camino que hemos elegido"... Sabemos que lo que más cuesta, es generalmente lo que más satisfacción nos da.


Una madre moderna, les dió a cada una de sus hijas un "baúl de Libertad". No le gustaba la idea de atar la esperanza al matrimonio. A los 16 años, cada una de sus hijas eligió su baúl de cedro, forrado en tela. Por años, en cada cumpleaños guardaron sus regalos allí, para cuando empezaran su vida lejos de casa. A los 18 fue lo primero que cada una de ellas se llevó a la Universidad. Sus sueños empezaban a hacerse realidad...


Aquí copio un link para armar nuestro propio baúl de la esperanza


Lo primero que deberíamos colocar dentro, es la FE. Fe en que esos sueños se cumplirán, a su debido tiempo. ¿Qué sueños cuidará hasta que se cumplan? ¿Que guardará desde hoy nuestro propio baúl de la esperanza?





miércoles, 2 de marzo de 2011

Restaurar la serenidad



Dios nos da la gracia para aceptar con serenidad


las cosas que no se pueden modificar,


valor para cambiar las cosas que se deben cambiar,


y sabiduría para diferenciar las unas de las otras.


Reinhold Niebur

"LLego el momento de dejar de asociar la serenidad con las cosas que no se pueden modificar. Podemos cambiar espectacularmente la calidad de nuestra existencia y a la vez restaurar conscientemente la serenidad de nuestros empeños diarios... ¿Cómo conseguir eso exactamente en nuestras vidas?" (Ban Breathnach) Cuando consigamos dejar de comportarnos como si fuesemos calesitas.

Para muchas de nosotros, el día tendría que tener al menos un par de horas más. O quizás... varias actividades menos. Y concentrarnos en cada una de ellas. Desde lavarnos los dientes, desayunar con nuestros hijos, llevarlos al colegio, cada una de las tareas de nuestro trabajo diario debería tener nuestra total atención.

Vuelvo a la imagen de una calesita en movimiento, tan parecida a varios de mis días a la semana. Una calesita gira sin parar, sobre un eje que no le es propio (sino, no giraría), sin tocar jamás el piso, y sin llegar a ningún lado... ¿No son así los días en los que tenemos tantas actividades que ya no disfrutamos de ninguna? Nuestro ritmo acelerado ha hecho que querramos clonarnos, ya que deberíamos ser varias mas "yo" para cumplir a veces con nuestras agendas. Y lo que es peor, los niños ya sienten esta aceleración del tiempo. Las vacaciones parecen demasiado cortas (a mi de chica me parecían larguísimas...). Los fines de semana simplemente vuelan. Muchas veces se nos escapa el tiempo como arena entre los dedos, sin disfrutar de lo que estamos haciendo, listos para ir hacia el próximo item en nuestra agenda.

Cuando logramos ajustar nuestro reloj interno, podemos enfocarnos en el tiempo presente. Vivir cada momento de nuestro día. Elegir apagar la música en el auto para charlar con nuestros hijos, siendo conscientes que cada momento compartido es un lujo, así estemos discutiendo. Comer en familia, no para enseñar buenos modales, sino para disfrutar de nuestra mutua compañía. Apagar la tele. No contestar el teléfono. No manejar haciendo esas llamadas "impostergables". En definitiva, no "aprovechar" el tiempo que decidí dedicar a una actividad para hacer otra.

La serenidad llega de la mano de la toma de decisiones. Decido cómo ocupar mi día. Decido cuántas actividades puedo realmente abarcar brindandoles mi completa atención. Elijo dejar pasar aquellas invitaciones por más tentadoras que sean, si es que me van a hacer dar vueltas aún más en falso, aún más ligero. Me pregunto: ¿por qué elijo hacer esta actividad? Muchas veces, la respuesta viene no del Alma, sino del Ego. El Ego que necesita que lo miren, que lo quieran, que lo inviten, ser conocido, importante, participar, ser parte de... Si hacemos lugar a las respuestas desde nuestra Alma, nuestras agendas empiezan a tener blancos. Nuestros celulares ya no suenan sin cesar. Ya no tenemos mensajes de voz que no tenemos tiempo de escuchar, pensando "si es importante, vuelve a llamar". Simplemente, dejamos de ocuparnos... y empezamos a disfrutarnos. Uno mismo. Y al otro. Porque puedo brindarme entera/o.

Ban Breathnach nos dice que para la mayoría de nosotras, mujeres de hoy, esto suena ridículo. ¿Cómo vamos a lograr hacerlo todo, si no lo hacemos todo a la vez? Responde "te aseguro que conseguirás hacer con mucha mayor facilidad, eficiencia, placer y satisfacción todo lo que te propongas -y todo cuanto necesites hacer- en cuanto logres armonizar mente, cuerpo y espíritu con la tarea que estés llevando a cabo. De este modo experimentarás la serenidad."

¿Cómo vamos a lograr hacerlo todo, si no lo hacemos a la vez? Como una adicta a la actividad, en lenta recuperación, me respondo quizás la pregunta de mi vida. No lo voy a hacer. No se puede hacer todo. No se puede aprender todo a la vez. No se puede estar en dos lugares al mismo tiempo, por más que pisemos los aceleradores externos e internos. A veces, hay que decir (y decirnos) que NO. Cuesta, lo se. Es difícil dejar pasar oportunidades pensando que no van a volver. Pero si confiamos, si verdaderamente confiamos, sabremos que lo que verdaderamente es bueno para mí, va a volver a cruzarse en mi camino. Y si no, no merecía dar vueltas como loca sin llegar a ningun lado. De chica, me fascinaba dar vueltas y mas vueltas en la calesita, esperando agarrar la sortija que prometía no parar nunca. De adulta, al comando de mi propia vida y (por ahora) la de mis hijos, elijo bajarme de mi caballo blanco preferido, y pisar firmemente la tierra. Y mirar detenidamente donde quiero poner mi limitada energía, hoy.




martes, 1 de marzo de 2011

Una hoja en blanco


Demasiado corta es la duración del verano


William Shakespeare


Si no supiera que el autor de esta frase era Shakespeare, hubiera jurado que había sido uno de mis hijos (o yo misma) quien la pronunció. Después del calor del verano, que llama a la quietud y la reflexión, llega Marzo. El otoño está a vuelta de mes. Las tardes ya son más frías, se siente el cambio en el aire.


Fin de febrero se fue entre preparativos de inicio de clases de mis hijos. Como toda gran ocasión, hay un ritual que lo inicia. En nuestra familia, ese ritual esta formado por cuadernos, carpetas, lápices, libros, mochilas, cartucheras, etc etc etc La larguísima lista de útiles parecía nunca acabar. O yo no quería que acabara, porque entonces había que sí o sí cerrar una etapa para pasar a la siguiente. Y a veces, eso cuesta.
Tanta actividad preparatoria puede desenfocarnos de lo importante: para todos los que vivimos con niños, inicia un nuevo año escolar. Hojas en blanco, donde cada uno va a ir escribiendo su aprendizaje. Podemos perder de vista nuestra propia oportunidad, como adultos que los acompañamos en su viaje, de acompañar esta etapa con los ojos y el corazón abiertos.


Para los adultos, lo escolar es muy importante en nuestras vidas. De niñas y niños, porque fue donde nos educaron para ser "Mujeres" y "Hombres" de bien. De Mujeres y madres, u Hombres y padres, porque es nuestro deber (y derecho) poder acompañar la educación de nuestros hijos. A las mujeres muy especialmente, al ser las responsables de la crianza (otro día hablamos de lo fundamental de una crianza compartida entre padres y madres; pero hoy en día la realidad demuestra que somos las mujeres quienes nos ocupamos de la educación de nuestros hijos, basta ir a una reunión escolar, donde los padres sobresalen en un mundo femenino, bienvenidos sean cuando pueden estar ahí!), el primer día de clases nos habla de otras cosas, algunas muy ocultas.


Un hijo que crece, nos marca nuestro propio reloj biológico como el más fiel espejo no lo hace. Ayer una Madre me preguntaba donde se habían volado los tres años desde que nació mi hijo menor, que hoy empieza jardín. Y otro de mis hijos empieza Primer Grado, sus pies que aman estar descalzos aprisionados dento de zapatos abotinados negros. En casa, es un año de inicios y cierres de ciclos, ¿no lo es en todas las casas, aún si no nos damos cuenta? Mi segundo hijo cierra el ciclo Inicial (tercer grado), y el mayor termina Primaria. Y yo, al soltarles sus manos una a una, me quedo pasmada.. no fue sólo ayer que estaban en mis brazos? Que no dormíamos? Que aprendió a.... (llenemos los blancos: gatear, comer, caminar, correr, andar en triciclo, en bicicleta, en bicicleta sin rueditas, etc etc?)?????? Donde están mis bebes? La respuesta no es tan fácil, aunque lo parezca: adentro de esos seres que crecen (y se alejan) cada día un poquito más. Los mayores me despidieron en la puerta, no sea cosa que la papelonera de su Mama los bese frente a sus compañeros. Me conocen, saben que soy de emociones fuertes y fáciles, podría matarlos si dejaba escapar una lágrima....

"Soy feliz que se terminen las vacaciones. Necesito horarios y empezar mis cosas", se nos escucha a las madres en pleno trajín pre escolar. Trabajemos fuera o dentro de casa, es verdad que los chicos interrumpen rutinas, causan caos y ruido... y muchísima alegría, si nos permitimos vivir con ellos. De pronto, la casa esta en silencio. Muchísimo más limpia que ayer; pero también, cuanto más vacía. Antes de lanzarnos a apretar nuestras agendas con todo aquello que nos promete un nuevo año con varias horas de libertad por delante, demonos un tiempo para tomar conciencia de esta nueva hoja en blanco, para ellos, y para nosotros. Qué queremos que aprendan este año?
Y para nosotros, Hombres y Mujeres de bien que ya no tenemos maestros que planeen nuestro aprendizaje: Qué queremos aprender este 2011? Con nuestra mochila de la Vida a cuestas, miremos qué útiles necesitamos, armemos nuestro propio horario, y a vivir! Con la tranquilidad que a la tarde, cansados, a veces angustiados, otras felices, volveremos a ver esas caritas para preguntarles (con o sin respuesta; pero igual vamos a preguntar): como fue tu día? Ayer, uno de mis hijos me sorprendió al preguntarme como había sido el mío. Y le dije la verdad: se me fue el día extrañandolos....