Demasiado corta es la duración del verano
William Shakespeare
Si no supiera que el autor de esta frase era Shakespeare, hubiera jurado que había sido uno de mis hijos (o yo misma) quien la pronunció. Después del calor del verano, que llama a la quietud y la reflexión, llega Marzo. El otoño está a vuelta de mes. Las tardes ya son más frías, se siente el cambio en el aire.
Fin de febrero se fue entre preparativos de inicio de clases de mis hijos. Como toda gran ocasión, hay un ritual que lo inicia. En nuestra familia, ese ritual esta formado por cuadernos, carpetas, lápices, libros, mochilas, cartucheras, etc etc etc La larguísima lista de útiles parecía nunca acabar. O yo no quería que acabara, porque entonces había que sí o sí cerrar una etapa para pasar a la siguiente. Y a veces, eso cuesta.
Tanta actividad preparatoria puede desenfocarnos de lo importante: para todos los que vivimos con niños, inicia un nuevo año escolar. Hojas en blanco, donde cada uno va a ir escribiendo su aprendizaje. Podemos perder de vista nuestra propia oportunidad, como adultos que los acompañamos en su viaje, de acompañar esta etapa con los ojos y el corazón abiertos.
Para los adultos, lo escolar es muy importante en nuestras vidas. De niñas y niños, porque fue donde nos educaron para ser "Mujeres" y "Hombres" de bien. De Mujeres y madres, u Hombres y padres, porque es nuestro deber (y derecho) poder acompañar la educación de nuestros hijos. A las mujeres muy especialmente, al ser las responsables de la crianza (otro día hablamos de lo fundamental de una crianza compartida entre padres y madres; pero hoy en día la realidad demuestra que somos las mujeres quienes nos ocupamos de la educación de nuestros hijos, basta ir a una reunión escolar, donde los padres sobresalen en un mundo femenino, bienvenidos sean cuando pueden estar ahí!), el primer día de clases nos habla de otras cosas, algunas muy ocultas.
Un hijo que crece, nos marca nuestro propio reloj biológico como el más fiel espejo no lo hace. Ayer una Madre me preguntaba donde se habían volado los tres años desde que nació mi hijo menor, que hoy empieza jardín. Y otro de mis hijos empieza Primer Grado, sus pies que aman estar descalzos aprisionados dento de zapatos abotinados negros. En casa, es un año de inicios y cierres de ciclos, ¿no lo es en todas las casas, aún si no nos damos cuenta? Mi segundo hijo cierra el ciclo Inicial (tercer grado), y el mayor termina Primaria. Y yo, al soltarles sus manos una a una, me quedo pasmada.. no fue sólo ayer que estaban en mis brazos? Que no dormíamos? Que aprendió a.... (llenemos los blancos: gatear, comer, caminar, correr, andar en triciclo, en bicicleta, en bicicleta sin rueditas, etc etc?)?????? Donde están mis bebes? La respuesta no es tan fácil, aunque lo parezca: adentro de esos seres que crecen (y se alejan) cada día un poquito más. Los mayores me despidieron en la puerta, no sea cosa que la papelonera de su Mama los bese frente a sus compañeros. Me conocen, saben que soy de emociones fuertes y fáciles, podría matarlos si dejaba escapar una lágrima....
"Soy feliz que se terminen las vacaciones. Necesito horarios y empezar mis cosas", se nos escucha a las madres en pleno trajín pre escolar. Trabajemos fuera o dentro de casa, es verdad que los chicos interrumpen rutinas, causan caos y ruido... y muchísima alegría, si nos permitimos vivir con ellos. De pronto, la casa esta en silencio. Muchísimo más limpia que ayer; pero también, cuanto más vacía. Antes de lanzarnos a apretar nuestras agendas con todo aquello que nos promete un nuevo año con varias horas de libertad por delante, demonos un tiempo para tomar conciencia de esta nueva hoja en blanco, para ellos, y para nosotros. Qué queremos que aprendan este año?
Y para nosotros, Hombres y Mujeres de bien que ya no tenemos maestros que planeen nuestro aprendizaje: Qué queremos aprender este 2011? Con nuestra mochila de la Vida a cuestas, miremos qué útiles necesitamos, armemos nuestro propio horario, y a vivir! Con la tranquilidad que a la tarde, cansados, a veces angustiados, otras felices, volveremos a ver esas caritas para preguntarles (con o sin respuesta; pero igual vamos a preguntar): como fue tu día? Ayer, uno de mis hijos me sorprendió al preguntarme como había sido el mío. Y le dije la verdad: se me fue el día extrañandolos....
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